Comentario
Capítulo LI
Que trata de cómo repartió el general Pedro de Valdivia por los españoles los caciques que en la comarca de esta ciudad había
Conociendo el general los excesivos trabajos que los nuevos descubridores padecen y con cuántas necesidades conquistan, descubren y pueblan y sustentan, sin socorro, si no es de Dios y de sus animosos ánimos, hasta que el que gobierna en nombre de Su Majestad les reparta la tierra que han descubierto y poblado, para ensalzamiento de nuestra Santa Fe católica y para engrandecer la corona real de nuestra España y religión cristiana. Por darles algún contento y darles algún descanso a sus espíritus, viendo lo que en estos reinos y tierras los tales pretenden, y junto con esto para acrecentarles el ánimo y hacerles crecer la voluntad, así para traer de paz a los naturales al presente como a los demás, y para que de este tiempo se ofreciesen, si acaso se alzasen, para que se pudiesen mejor prevenir las necesidades, pues bien pensado y altercando, los mandó ayuntar. Y llamándolos para el tal repartimiento les dijo todo lo sobredicho a todos en general, y que, puesto que no tenía la claridad de todos los caciques de toda la tierra, tenía en voluntad de gratificarles sus trabajos en nombre de Su Majestad, y que si no les daba como él deseaba y tenía en voluntad y ellos merecían, lo causaba estar en aquella sazón toda la tierra de guerra, que apenas hay quien sirva descubiertamente sino con temores, así de nosotros, por no habernos conocido nuestras condiciones, como por los temores que los indios de guerra les ponían si nos servían. Y que andando el tiempo, siendo Dios servido darles vida, que los contentaría y les acrecentaría el descanso teniendo más claridad de ella.
Y de esta suerte repartió todos los caciques y repartimientos, con sus indios que a los tales caciques eran sujetos, en sesenta pobladores. Y les mandó a los españoles en quien hizo el depósito que tuviesen en sus posadas a los españoles que no se les habían depositado indios, para que él les diese la sustentación que convenía como a particioneros de aquellos trabajos pasados y presentes.
Hechos estos vecinos y repartidos por ellos los que no lo eran, dio de términos a la ciudad sesenta leguas, las treinta al norte y las treinta al sur, y desde la mar a la sierra nevada, que es de oriente a occidente, que hay quince y dieciséis leguas en partes. En estos términos de esta ciudad están las poblazones de los indios. Hay grandes criaderos para todo género de ganados y para hacer grandes sementeras de pan. Hay juntamente con esto noticia de grandes minas de oro, porque ya habernos visto las minas donde los ingas, grandes señores del Pirú, se le sacaba oro en su nombre y se lo enviaban al Cuzco por tributo, y en su nombre se lo enviaban y llevaban de Anconcagua, que por otro nombre se dice de Chile, de quien el reino tiene la dominación.
Tomó el general para sí que le sirviese éste. Está doce leguas de la ciudad y cinco adelante del valle de los chañares. Desde este valle de Chile hasta el valle de Copiapó que es el principio de esta gobernación, que son siete valles, todos los repartió en doce españoles, para que viniendo de paz, estando la tierra más segura y más tratada y de españoles más poblada, poblarían otra ciudad en el valle de Coquimbo.